La nueva presidenta de Brasil, Dilma Roussef. Fuente: O Estado de Sao Paulo |
Reafirmó su compromiso con la estabilidad macroeconómica y con la erradicación de la pobreza. "El pueblo brasileño no acepta más la inflación, ni que los gobiernos gasten más de lo que es sostenible", afirmó. Habrá esfuerzos para racionalizar el gasto público y simplificar y aminorar la carga de impuestos, pero rechazó "las visiones de ajuste que recaen sobre programas sociales o sobre servicios esenciales para la población".
"No podemos descansar mientras haya brasileños con hambre, familias viviendo en la calle o niños pobres abandonados a su suerte", proclamó Dilma, que prometió velar por la libertad de prensa y de culto, la salud, la educación y la vivienda digna. Fue clara respecto a la corrupción, que tantos votos le costó en la primera vuelta electoral, cuando una colaboradora tuvo que dimitir por un escándalo: "No habrá compromiso con errores o desvíos", resaltó.
Fue al final cuando se le entrecortó la voz y tomó varias pausas para beber agua entre frase y frase, para dar tiempo a que el nudo en la garganta y las lágrimas que ya asomaban a sus ojos desaparecieran. Dilma tomó aire para dar las gracias al hombre que creyó en ella, convenció al partido de lo idóneo de su candidatura y la acompañó en cientos de actos de campaña, promocionándola como la persona que daría continuidad a su legado: Luiz Inácio Lula da Silva.
"Los años pasados con él me dieron la dimensión exacta del gobernante justo, del líder apasionado por su país", dijo. "Llamaré mucho a su puerta y estoy segura de que siempre la encontraré abierta".
Lula, subrayó Dilma, es un hombre de "inmensa sabiduría, grandeza y generosidad y que nunca estará lejos del pueblo. La alegría de mi victoria se mezcla con la emoción de su despedida. Sabré consolidar y avanzar su obra", concluyó la primera mujer elegida presidenta de Brasil.
La "obra" de Lula da Silva ha llevado al país a crecer y a la vez sacar a más de 20 millones de personas de la pobreza, pero los desafíos que tiene enfrente son enormes. Las carencias en las infraestructuras y una apabullante burocracia son algunos de los cuellos de botella que impiden más crecimiento.
Además, como consecuencia del éxito del modelo brasileño, el capital está llegando de forma masiva, atraído por el alto rendimiento que ofrece la tasa de interés en Brasil (el 10,75%), una de las más altas del mundo. Eso está causando la apreciación del real (ya en su máximo nivel en dos años) y dañando a los exportadores locales. El Gobierno ha introducido este mes una serie de impuestos a la inversión en bonos locales para frenar la apreciación de la moneda.
El Brasil cuyas riendas tomará Dilma Rousseff cuando asuma el cargo el 1 de enero de 2011 ha descubierto recientemente ingentes reservas de hidrocarburos en su costa y está en pleno debate sobre cómo gestionar esa riqueza y si habrá más participación de empresas públicas o de compañías privadas. Dilma reiteró que va a trabajar para que el Congreso apruebe un Fondo Social constituido con los beneficios del petróleo. "No alienaremos nuestras riquezas para dejar al pueblo nada más que las migajas", resaltó.
Difíciles reformas
Para el analista Riordan Roett, es necesario emprender, entre otras, la reforma fiscal y del mercado de trabajo. "Son los elementos básicos que permitirán mejorar la productividad y la competitividad".
Sin embargo, estas reformas fueron talones de Aquiles que ni Lula ni su antecesor, Fernando Henrique Cardoso, lograron acometer por las presiones de los sindicatos y la falta de voluntad del Congreso. Está por ver hasta dónde puede consensuar Dilma esas reformas con su coalición de diez partidos.
Ahí es donde muchos ven que residirá su primer gran desafío: dejar de ser la gerente dura que coordina a todos los ministerios su tarea antes de ser candidata y asumir un papel más político, de negociación y creación de alianzas. Ella tiene un mantra, y en su discurso de la victoria volvió a repetirlo: "Sí, una mujer puede".
http://www.publico.es/internacional/344479/dilma-promete-a-los-brasilenos-que-consolidara-la-obra-de-lula
Dilma Rousseff se ha convertido en la primera presidenta brasileña. Sin embargo, sigue siendo la gran desconocida. Tanto es así, que la mayoría de los diarios cariocas se centraron durante el día de las elecciones presidenciales en la figura de Lula y en resaltar que ésta había sido su victoria. Los medios de comunicación nacionales también han seguido esta tendencia pero, no hay que olvidar que a Dilma sólo le faltan dos meses para comenzar sola la complicada andadura. Y es que, es cierto que Brasil ha crecido económicamente o que se prepara para la celebración de unos Juegos Olímpicos y, aunque durante su primer discurso Dilma habló de progreso social, continuando con la política de Lula, la violencia, la corrupción, la pobreza o la desigualdad social siguen estando ahí. Por delante, le quedan sesenta días de presentaciones oficiales de la mano de Lula, le queda conformar su Gobierno y, también, un acercamiento a los ciudadanos brasileños, porque son sus votos los que le han dado la victoria. Unos votos que, aunque llevaban el nombre de Dilma, iban dirigidos a la figura de Lula. Con la llegada de 2011, la nueva presidenta tiene que empezar a demostrar que por sí sola puede manejar las riendas del país latinoamericano más extenso.
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